viernes, 5 de septiembre de 2014

El Camino

Todos los caminos conducen a Roma… menos uno. Y es, no se bien si por este curioso hecho, la mas famosa ruta que el hombre ha conocido, Colón y Marco Polo incluidos.
La peregrinación a Compostela no deja de crecer desde aquellos solitarios 13 peregrinos que llegaron ante el Apóstol allá por 1.978 a los 215.880 que lo hicieron en 2.013. A esta especie de hoja dentada ascendente del gráfico de peregrinos, con picos en los Años Santos, solo el mes de agosto de 2.014 aportará 51.000 más.
Analizando las cifras de las estadísticas de peregrinos, resulta curioso ver que los 9.764 peregrinos de 1.992, se convirtieron en 99.436 en el famoso Jacobeo del 93, año que sirvió de pistoletazo de salida a las avalanchas posteriores, de forma que los peregrinos del Año Santo 2.004 y las del no santo 2.011 ya serian las mismas: mas de 175.000.
Otro hecho: en esta vorágine de datos, solo están contemplados como peregrinos aquellos que llegaron a Compostela y solicitaron la compostelana.
El perfil medio del peregrino, atendiendo a las mismas estadísticas, es de procedencia española (de Madrid o Andalucía), de entre 30 y 60 años y que ha recorrido el Camino Francés a pie empezando en Sarria, con una motivación religiosa/cultural. Como dato adicional, diré que en Sarria, pueblo que no alcanza los 18.000 habitantes, hay las mismas plazas en albergues que en Pamplona, Logroño y Burgos… juntas.
Estos son los datos. ¿Cuál es la realidad?
La realidad no es otra de que existen tantos Caminos como peregrinos sean los que lo recorren, o tal vez mas, pues el peregrino que empieza a andar en Burgos, o en Astorga, o en Frómista,  no es el mismo que se planta ante la obra del Maestro Mateo.
Muchos son los que deciden iniciar la ruta en los Pirineos, bien en San Juan de Pie de Puerto bien en Roncesvalles, la mayoría de 50 años en adelante, extranjeros (alemanes, franceses, coreanos,…), con mochilas enormes, casi siempre en grupo y… sin salirse un paso del Camino, no sea que mal rayo les parta.
Digo esto pues, hablando con unas y otros, nadie, absolutamente nadie, ha dado un paso fuera de los 775,30 kilómetros de flechas amarillas desde San Juan de Pie de Puerto a Compostela, nadie ha visitado Bargota, ni Vilar de Donas, ni La Cogolla… Ahora sí, son legión los ortodoxos del camino, en minúscula, que dicen que el verdadero peregrino solo se aloja en albergues, que el verdadero peregrino solo agradece lo que le ofrecen y no se queja por nada, que el verdadero peregrino hace 40 kilómetros al día, que el verdadero peregrino tiene que levantarse a las 4 de la mañana,…
Ni que decir tiene que tampoco saben nada del Camino aparte de lo que les dicen las guías; que creen, aún ya cuando vuelven a casa, que han recorrido el camino que han seguido tantos otros desde hace siglos para ver la tumba de uno de los discípulos de Cristo; que al ver un capitel de una iglesia con una mujer desnuda se creen lo de que “representa el pecado"… En Grañón, pude hablar con una señora suiza de 70 años que, pesando apenas 65 kilos, portaba una mochila de mas de 12; un chico de Madrid en Castrojeriz, se paso toda la tarde echándose crema en la rodilla porque le dolía un poco después de los 32 kilómetros de ese día, los 41 del anterior y los 37 de hace tres; otro señor alemán en Villasirga, saco de su mochilón un bote de gel de litro, y son muchos y muchas los que llevan ropa y zapatos “de vestir” para ir a cenar a las 6 de la tarde antes de acostarse a las 8 para levantarse a las 4 y despertar al gallo gandul que duerme en su palo.
Pues vale, que cada uno haga lo que quiera o pueda, ese no es el problema, y no voy a ser yo el que diga que esos no son peregrinos, por supuesto que lo son,  el problema es que, al no saber lo que están haciendo, favorecen que gentes que si saben lo que hacen conviertan el camino en un circo. El que llega después se encuentra con un negocio implacable, con un camino que año tras año se convierte más en un parque temático lleno de centros comerciales jacobeos e iglesias cerradas bajo siete llaves no sea que veamos mas de lo que interesa.
Y luego están los locos del Camino. Gente que vive en él, que se pasa el año yendo y viniendo, gente mayor en su mayoría, que siempre van solos o con su perro, que van vestidos con ropa que ya jamás podrá volver a estar limpia, que sobreviven con su pensión sin más oficio o beneficio que andar mientras les dure, que a veces encuentran un trabajillo en algún albergue cuya remuneración es hospedarse en él algunos días sin pagar, que no andan pensando en kilómetros ni en etapas, sino en llegar al albergue de la Luisa porque ella los trata bien, o de José porque habla con ellos; que tienen seis compostelanas y ya no quieren mas papeles que digan que son peregrinos y que tienen una indulgencia de alguien que no puede otorgarla,…
Son personas como Arnold, Jaume o Ingrid, aquellos que hayáis recorrido el Camino conoceréis a otros como ellos. Son ellos para los que el Maestro Mateo saco de la piedra la Gloria, y para los que el Maestro Esteban esculpió la fachada de las Platerías; son ellos los que aparecen en los capiteles de Frómista o en las arquivoltas de Carrión; y es para ellos para los que Domingo de la Calzada tendió puentes y Juan de Ortega hizo luz la piedra.
Ellos no están en las estadísticas. Ellos son el Camino. Este con mayúsculas.

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