Mientras Europa entera se debatía entre la vida y la muerte
en la Primera Guerra Mundial, en Almería, una compañía escocesa de mineria dirimía
sus tensiones con la empresa rival construyendo un “cable francés”, más moderno
y funcional que el “inglés”, y un silo, el “Silo Moderno de la C.A.M.”, para el
embarque del mineral extraído en los Llanos de la Calahorra.
Casi cien años después, otra empresa, y como tal, con el objetivo
único de ingresar dinero, el Ayuntamiento de Almería, se decide a derrumbarlo
con el propósito de, decenas de miles de años después decía, tener un buen
solar para… ¿para qué?
No voy a enumerar aquí las posibilidades de uso del viejo silo, que son tantas como las personas que se paren a pensarlo, pero si me gustaría comentar el ansia que mueve a estos acólitos del pollo nuevo, los mismos que aquel pollo antiguo. Y digo ansia por la irracionalidad de la palabra, porque, hoy, con la venta de pisos detenida en seco, y sin que nadie esté dispuesto a poner un solo duro para un soterramiento que jamás veremos, deciden que lo mejor es destruir un edificio insólito, que no se puede ver en ningún otro lugar del Mundo, para plantar allí un bonito descampado.
Hace años también tiraron el Edificio Trino, con su cartel de un partido político, con lo que suponía de simbolismo, dejando otro bonito descampado, pero no tiraron también la gasolinera junto a él, pues ésta era dinero, condenando la salida al mar de la “bonita” Rambla nueva, otro de los proyectos super ingeniosos de estas mentes clarividentes.
Tiraron la Cueva de Conan, las Minas de Gádor, otro espacio ideal la mega rotonda que allí pusieron, tiraron el Ingenio, tiraron las Atarazanas del Puerto y tiraron el lienzo de muralla que descendía desde el cerro San Cristóbal hasta la Puerta Purchena.
Señores del pollo, por favor, construyan algo, hagan por esta ciudad algo más que darle bocados con las Caterpillar para hacer espacios anormales, invivibles, indisfrutables, insufribles. Lo pido por pedir, claro, pues a estas atrofiadas mentes difícil es que se les ocurra nada bueno.
Este verano de 2013 nos quedaremos sin nuestro Toblerone y tendremos un hermosísimo solar vacio.
No voy a enumerar aquí las posibilidades de uso del viejo silo, que son tantas como las personas que se paren a pensarlo, pero si me gustaría comentar el ansia que mueve a estos acólitos del pollo nuevo, los mismos que aquel pollo antiguo. Y digo ansia por la irracionalidad de la palabra, porque, hoy, con la venta de pisos detenida en seco, y sin que nadie esté dispuesto a poner un solo duro para un soterramiento que jamás veremos, deciden que lo mejor es destruir un edificio insólito, que no se puede ver en ningún otro lugar del Mundo, para plantar allí un bonito descampado.
Hace años también tiraron el Edificio Trino, con su cartel de un partido político, con lo que suponía de simbolismo, dejando otro bonito descampado, pero no tiraron también la gasolinera junto a él, pues ésta era dinero, condenando la salida al mar de la “bonita” Rambla nueva, otro de los proyectos super ingeniosos de estas mentes clarividentes.
Tiraron la Cueva de Conan, las Minas de Gádor, otro espacio ideal la mega rotonda que allí pusieron, tiraron el Ingenio, tiraron las Atarazanas del Puerto y tiraron el lienzo de muralla que descendía desde el cerro San Cristóbal hasta la Puerta Purchena.
Señores del pollo, por favor, construyan algo, hagan por esta ciudad algo más que darle bocados con las Caterpillar para hacer espacios anormales, invivibles, indisfrutables, insufribles. Lo pido por pedir, claro, pues a estas atrofiadas mentes difícil es que se les ocurra nada bueno.
Este verano de 2013 nos quedaremos sin nuestro Toblerone y tendremos un hermosísimo solar vacio.